domingo, 4 de agosto de 2013

La lluvia y mi cumple


Cuando uno vive en un país tropical tiene pocas referencias del tiempo. No es como en España, que relacionas los recuerdos con la temperatura. Ciertos momentos con ciertas personas pueden tener nieve o playa; o al contrario, las estaciones suelen recordarte sentimientos. Y todo se vuelve muy poético. El frío del invierno invade tu corazón; y el calor del verano te hace querer bailar reguetón. Todo depende de gustos, por supuesto.

También hay temas contradictorios, porque contrario a lo que podemos pensar, el verano puede ser triste para mucha gente porque a las parejas les da por dejarse y se van a veranear con otras, barra, otros quereres. O quizás feliz porque lo que querías era salir de aquello. Pero bueno, eso es otro tema.También recuerdo que una vez me dijeron que el invierno era una mala época para enamorarse, porque era en verano cuando veías lo que había realmente debajo de tanta ropa. Pero eso fue un comentario muy superficial en el que no vamos a ahondar.


En Venezuela no tenemos nada de eso. Estés dichoso o compungido, hay un sol resplandeciente y una brisita de lo más coqueta pegándote en la cara y agitando las palmeras. Qué viva el trópico. Oh si.


Pero debo reconocerte que cuando uno conoce las estaciones, las echa de menos. Esa típica conversa que, aunque ocurra todos los años, siempre se repite con emoción: "ayer me puse a sacar la ropa de invierno"; "ya había guardado todos los abrigos y mira el frío que empezó a hacer de repente, el clima está loco". Reconocerte los brazos en primavera cuando te puedes ir quitando las mangas largas, o la luz tan bonita que tiene el otoño y el montón de colores que hay en la calle.


Siempre pensé que los españoles debían sentir un poco de envidia al ver la cara de ilusión de la gente del trópico en sus primeras nevadas. Luego me di cuenta que en la primera nevada de cada año la emoción es bastante conjunta. No importa las veces que hayas vivido aquello de despertarte y ver todo blanco, siempre te saca una sonrisa. Y ahora, una foto en alguna red social.


Pero este año Venezuela me sorprendió, y me acordé tanto de ti. Como sabes, tenemos nuestro cielo azul con su respectivo solazo la mayor parte del año, pero hay una cierta época en que nos caen nuestros chaparrones. Y son unas lluvias de las de verdad, pues. No las goticas tímidas que caen todo un día en Madrid. Aquí llueve dos horas, crees que se va a acabar el mundo, y luego sale el sol.


Recordarás que la época de lluvias coincide con el mes en el que nací. Y desde que empezó Julio quería ver si seguías acertando, un año más, en eso de que no había manera de que en mi cumpleaños no lloviera. Y Venezuela me regaló un perfecto día lluvioso de Julio en mi cumpleaños. Así como para que te tuviera presente, si se me ocurría extrañarte mucho.


Fue así como mi país tuvo un guiño muy personal conmigo. Y a mí me encantó mi lluvia.

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