miércoles, 26 de junio de 2013

En la cola

Hace unos días leí un tuit que decía que a los venezolanos se nos reconoce en el exterior porque, al llegar al final de la cola en el supermercado, siempre se nos nota distraídos, dedicando un pensamiento a la gente en nuestra tierra.

El otro día estaba haciendo diligencias en Caracas, con el humor y el caminar rápido que tienen las diligencias en Caracas, cuando pasé por un central, (¿te acuerdas del supermercado central en Venezuela?) y me acordé de que no tenía pan. Entré a dar una mirada, había el pan que quería, y, a pesar de su subida de precio, decidí llevármelo.


Había una corredera rara en el supermercado y como demasiada cola para pagar, tenía que haber llegado harina pan. O leche, o mantequilla, o aceite, o con mucha suerte, papel tualé. Vi la cola, suspiré y me di otra vuelta para ver qué era lo que había llegado. Había aceite y harina pan. Qué felicidad. Dos por persona.


No tenía mucho que hacer esa tarde, así que decidí armarme de valor y hacer mi cola de una hora para comprar tres cositas. Las colas en Venezuela son una especie de catarsis, una desgracia compartida, una preocupación común, un cansancio y una indignación que todos comprendemos. Lo que nadie comprende es cómo hemos llegado a eso. No le hubiéramos creído a nadie tía, si en esos días en los que te acompañaba al central a hacer tu mercado, estando pequeñita, nos hubieran contado todo esto.


Con todos esos sentimientos encontrados me hallaba yo, casi llegando a mi meta, cuando veo que un viejito se le acerca al muchacho que está delante de mí y le dice que si le importa que él pase tres cosas porque no puede hacer semejante cola. El muchacho le dice que él no lo puede dejar pasar porque la gente de atrás se molestaría. El viejito se me acerca, y me pide lo mismo; le digo indignadísima que eso es responsabilidad del supermercado, que ellos deben habilitar cajas especiales, que hable con la cajera y que ella tiene que dejarlo pasar. El pobre, agotadísimo, va a hablar con la cajera. La chica se lo sacude con una historia que no alcancé a escuchar. El señor soltó las cosas y se fue.


En lo que lo vi irse me di cuenta de la salvajada que yo misma acababa de cometer. ¿Cómo es posible que no haya dejado pasar a ese señor?, ¿en qué cabeza cabe? No entendí qué me había pasado, no entendí cómo llegué a ese nivel de supervivencia animal. Era como una especie de orgullo loco por la cola que yo me había sudado y nadie me lo iba a quitar. Nadie se me iba a colear.


Me di terror. El país me dio terror. De repente un día eres eso que odias. Supongo que alguien se entretiene en algún lugar poniéndonos en las situaciones que tanto juzgamos.


Alguien en Venezuela debería empezar a hacer una campaña como la de Coca Cola, ¿sabes?, la de: "si hacer el bien es de locos, compartamos nuestra locura"; "sonríele al de al lado". Solo que aquí en Venezuela sería algo como: "vuélvete loco y regálale la harina pan que tienes almacenada a la vecina que no consigue"; o: "dale tu puesto al viejito, cara de tabla, que él seguro está más cansado que tú".


A veces se nos olvida que el de al lado también se tiene que "gozar" esta locura igual que nosotros, y que lo más sensato es que no nos echemos más tierra de la que ya tenemos que aguantar. Nadie puede ponerse más en tu lugar que otro venezolano perdiendo medio sábado tratando de conseguir todo su mercado; hay que tratar de entender su desesperación cuando casi te eche el carrito encima porque va corriendo. El sábado que viene puedes ser tú.


Ruego a Dios para que algún nieto le haya conseguido a ese señor los cruasanes y el otro par de cosas que no lo dejamos comprar.


Un abrazo, tía Carmela.

1 comentario:

  1. ¡Las colas del supermercado! Hay que agregar la inseguridad, el desabastecimiento, la inflación, los hospitales, la electricidad, la corrupción, los problemas de siempre que no deberíamos tener. En febrero de 1992 Chávez intentó dar un golpe de Estado motivado por estos mismos problemas. 21 años después murió y dentro de ese lapso gobernó 14 años con mucho dinero y poder dejando el país igual. El gobierno actual sigue la misma línea y a pesar de los antecedentes y de la manera importante en que estos problemas afectan a la gente, aproximadamente la mitad del país los apoyó. Esas personas creen que el gobierno no es responsable. La desinformación funcionó. La prioridad del esfuerzo fue sostener el poder y triunfaron.

    ResponderEliminar